La Real Academia Española define al fraude como la “acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete”. El fraude puede venir camuflado de diversas maneras pero su esencia es siempre la misma, perjudicar a otra persona para lograr un beneficio propio. Cuando digo personas no solo me refiero a la persona natural sino también a la persona jurídica, o sea las organizaciones, agencias de gobierno y empresas. El fraude nos afecta a todos de forma directa o indirecta pero en muchas ocasiones no logramos identificarlo como tal hasta que se realiza una investigación a fondo.
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Cierto día una mujer llamó a mi oficina con el siguiente caso: “Yo soy la secretaria de una pequeña organización humanitaria cuya labor es la de recaudar fondos, mediante el desarrollo de actividades públicas, para ayudar a familias necesitadas de ciertas zonas pobres de un país latinoamericano. Cada miembro de la directiva, tiene responsabilidades en diferentes eventos y una de esas responsabilidades es la de custodiar el dinero en efectivo recaudado hasta su entrega formal al tesorero. En la última reunión de la directiva dos de nuestros directores fueron asaltados cuando estaban de camino al lugar de la reunión, los asaltantes a punta de pistola exigieron la entrega de la bolsa de dinero que contenía un total de $32.700 dólares en efectivo. Los asaltantes, con sus rostros cubiertos, rompieron las ventanas del vehículo, golpearon a ambos directores y se dieron a la fuga. Ya realizamos la denuncia formal ante la policía pero necesitamos la ayuda de usted para esclarecer éste caso pues sospechamos de un ex miembro de la organización que fue expulsado por conductas desleales en el pasado”.
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Mientras me continuaba contando los detalles del caso, yo estaba recordando una de esas películas del lejano oeste donde este tipo de “atracos” era cosa común, pero en pleno siglo 21, cuando se puede transferir dinero a través de los bancos, hacerlo en efectivo parece cosa de película. No obstante sigue siendo un delito posible, así que acepte tomar el caso clasificándolo originalmente como “asalto con robo”, pero ésta clasificación cambio pocos días después.
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Comenzamos nuestra investigación y como cortesía notifique al detective de la policía sobre nuestra labor investigativa en éste caso. Nos tomamos el tiempo para entrevistar detalladamente a cada miembro de la organización, nadie se imagina cuánto saben las personas hasta que le haces las preguntas correctas. Investigamos al ex miembro que había sido expulsado por conductas desleales y aunque seguía siendo un sospechoso, no había suficiente evidencia de peso como para involucrarlo en el atraco. Interesantemente este individuo ya tenía antecedentes antes de ser miembro de la organización, lo cual mostraba que la organización fallaba al no chequear los antecedentes de sus integrantes. Entrevistamos a los dos directores asaltados, sus testimonios coincidían al pie de la letra, pero la actitud de uno de ellos no nos daba buena espina. Revisamos el vehículo y comprobamos que los daños solo ocurrieron en el cristal de la ventana del pasajero, cuando el atraco ocurrió por la ventanilla del conductor. Revisamos la escena del crimen, una calle poco transitada, allí todavía quedaban restos de los vidrios de la ventana, indagamos entre los vecinos y encontramos a un testigo ocular, una persona que escuchó el rompimiento del vidrio y se asomó a la ventana. Según el testigo, los asaltantes no tenían la cara cubierta y también le llamó la atención que tanto asaltantes como asaltados sonreían y se trataban como si se conocieran desde siempre. Este testimonio confirmaba, en cierto modo, con la hipótesis que nos habíamos formulado basada en testimonios anteriores y a las extrañas circunstancias del caso. Solicitamos la presencia de ambos miembros “víctimas del asalto” para una nueva entrevista más detallada, pero ésta vez también los sometimos a un examen del detector de mentiras. Ambos fallaron, uno terminó contando la verdad. El asalto fue un montaje, un fraude premeditado para justificarse de no entregar el dinero a la organización, dinero que habían gastado en asuntos personales y que ya no tenían. Con la ayuda de dos amigos simularon el asalto en un área poco transitada para de esa forma poder hacer una denuncia policial y justificar la pérdida del dinero, quedando ellos como víctimas.
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Los resultados fueron entregados a la organización que nos contrató y también a la policía quien procedió a elevar cargos contra ambos miembros por “falsa denuncia policial” y “perjurio grave”. El caso fue trasladado a los tribunales civiles por la demanda económica donde se detalló el fraude premeditado y a los tribunales penales consecuentemente. La orden de arresto y prisión sobrevino poco después.
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Por su seguridad siempre chequee los antecedentes de sus empleados, miembros de su organización o club, de sus nuevos amigos, inquilinos o compañeros de cuarto. Ya lo dice el popular refrán “Caras vemos, corazones no sabemos”. Recuerde que la confianza es un arma de doble filo.
Cuídese del fraude, pero si necesita ayuda, llámeme al 866-224-1245.
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Julio 5, 2016
Por el Detective Fernando Álvarez
DIARIO LAS AMERICAS