Aun después de tantos años como detective privado me sigue asombrando la astucia de los estafadores y la ingenuidad de muchas personas. Yo comprendo que las personas están concentradas en sus trabajos y en sus vidas y que no pueden dedicarle tiempo a aprender a detectar el fraude y a evitar sus nefastos efectos y es por eso que espero que estos artículos permitan ayudar a los lectores a identificar el fraude o al menos a sentir la necesidad de verificar antes de confiar. Para confirmar la importancia de mis consejos basta recordar que de acuerdo a la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés) en el año 2015 recibieron un total de 3.083.379 de denuncias por fraudes, estafas y robo de identidad en Estados Unidos.
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“Detective, tenemos un problema y necesitamos su ayuda”, así comenzó la llamada de una humilde familia. “Antes de la depresión compramos una casa y estuvimos pagándola hasta que la perdimos debido a la falta de trabajo y a la alta mensualidad de la hipoteca. Desde hace un año aproximadamente hemos estado buscando comprar una casa nuevamente pues estamos un poco más estables económicamente, pero no nos daban préstamos pues al perder la casa nuestro crédito se arruinó. Mientras buscábamos el préstamo en diferentes instituciones financieras nos recomendaron a Elena (nombre cambiado), una agente de bienes raíces que ayudaba a las familias a conseguir préstamos y también a encontrar casas dañadas pero a muy buen precio. Llamamos a Elena y ella vino a nuestra casa, nos explicó que su empresa ya había ayudado a muchas familias a conseguir préstamos y a comprar casas a mejores precios. La forma en que ella conseguía los préstamos era pagando a buenos abogados para trámites muy complicados y mediante regalos a contactos que ella tenía en instituciones financieras que ayudaban a sus clientes.
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Para comenzar con el proceso nos pidió una serie de documentos como licencias de conducir, tarjeta de seguro social, actas de nacimientos, últimos reportes de impuestos del IRS y copia de los cheques que recibíamos en nuestros trabajos, también le dimos $15.000 en efectivo. Como a las 2 semanas nos trajo algunos documentos a firmar y le dimos $7.000 dólares más. Ya han pasado 7 meses, le hemos pagado $36.000 y no nos ha ensenado la casa que supuestamente ya tiene para nosotros. Ahora nos está pidiendo $11.000 más para completar el proceso y que podamos recibir la casa. Queremos investigar si realmente existe la casa y si Elena está siendo honesta con nosotros. ¿Usted cree que ella nos engaño?”
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“Es muy temprano para que yo pueda llegar a una conclusión como esa, pero si, esta historia me huele a fraude” le respondí a mi cliente. Firmamos el acuerdo para comenzar la investigación, acto seguido comencé a pedirle a mi cliente algunos datos de Elena para poder identificarla a ella y a su empresa. Grande fue mi asombro al descubrir que los únicos datos que mis clientes tenían era el nombre de la agente de bienes raíces (Elena) sin apellidos, su número de celular, un número de fax y el nombre y dirección de la empresa, lugar que nunca habían visitado. Ni siquiera tenían copia de un contrato firmado, ni tarjeta de negocio de Elena. Increíble pero cierto.
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Con los pocos datos que teníamos comenzamos a investigar. El fax era virtual, la dirección de oficina era de otra empresa no relacionada con Elena y el número de teléfono celular era pre-pagado y no estaba registrado a nombre de nadie. Pero como buenos sabuesos logramos conectar las piezas de este rompecabezas y dar con la identidad de Elena, su dirección de domicilio, su fecha de nacimiento y sus múltiples casos civiles por fraude, trabajo ilegal sin licencia de bienes raíces, robo de identidad, aplicación por tarjetas de crédito a nombre de otras personas, entre otras demandas por deudas. Elena ni siquiera tenía casa propia como le había dicho a mis clientes, sino que vivía en un apartamento rentado. Elena no tenía, ni nunca había tenido licencia de bienes raíces, tampoco tenía empresa propia, pero si había trabajado para una agencia de bienes raíces años atrás en la que había sido suspendida por fraude impositivo.
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Cuando le entregué los resultados mi cliente, el esposo se enojó mucho y la esposa se echó a llorar. Ellos habían creído en las múltiples mentiras de Elena y no se decidieron a verificarla sino hasta que ya era demasiado tarde. Le sugerí que llevaran la denuncia a la fiscalía para que de alguna forma se hiciera justicia y se evitara que Elena siguiera con sus estafas a familias humildes, también les aconsejé que contrataran un servicio de protección de identidad para evitar que Elena usaras sus identidades para seguir haciéndoles daño. No me respondieron, sus ánimos estaban por el suelo, nunca supe si la denunciaron o si se dejaron llevar por la pena de haber sido engañados y enterraron el asunto. Si me hubieran contratado o si hubieran verificado a fondo antes de confiar en Elena habrían salvado sus $36.000 y 7 meses de falsas esperanzas.
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Por su seguridad, y nunca me cansaré de aconsejarlo, verifique antes de confiar. No tenga pena de pedirle tarjeta y licencias a los profesionales que usted contrata, un buen profesional no se negará a su pedido. Visítelo en su oficina, obtenga copia de cada documento que usted firma, busque segundas opiniones y por lo menos chequee la reputación de dicho profesional o empresa en el internet. Aunque su verificación sea básica, será mucho mejor que no hacer nada.
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Cuídese del fraude, pero si necesita ayuda, llámeme al 866-224-1245.
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August 28, 2016
Por el Detective Fernando Álvarez
DIARIO LAS AMERICAS